martes, 23 de julio de 2013

JUNTOS POR LA VIDA: INTRODUCCIÓN AL TEMA (Punto nº 1)

Alison Aroldo
1) Creemos en el Dios Trino y Uno, que es el creador, el redentor y el sustentador de toda vida. Dios creó todo el oikoumene a su imagen, y obra constantemente en el mundo para afirmar y salvaguardar la vida. Creemos en Jesucristo, la Vida del mundo, la encarnación del amor de Dios por el mundo (Juan 3:16).[i] Afirmar la vida en toda su plenitud es la preocupación fundamental y la misión de Jesucristo (Juan 10:10). Creemos en Dios, el Espíritu Santo, el dador de vida, que sustenta y da fuerza a la vida, y que renueva toda la creación (Génesis 2:7; Juan 3:8). Negar la vida es rechazar el Dios de vida. Dios nos invita a participar en la misión vivificadora del Dios Trino y Uno, y nos da los medios para dar testimonio de la visión de vida en abundancia para todas las personas en el nuevo cielo y la nueva tierra. ¿Cómo y dónde discernimos la obra de Dios que da vida y nos hace capaces de participar en la misión de Dios hoy?

 [i] Salvo que se indique otra cosa, las citas de la Biblia se han sacado de la versión Reina Varela 1995 (RV1995).

COMENTARIOS:
Daniel Vergara El formato de "Credo" de este primer punto, como si se tratara de una actualización del "Credo Apostólico" para el tiempo en que vivimos, me gusta, pues introduce desde su primera palabra la noción necesariamente comunitaria, tanto de los confesantes "Creemos", como del Dios confesado "Dios trino y uno". Frente a las declaraciones dogmáticas que intentan mostrar definiciones monolíticas e inamovibles en relación a lo que debe ser creído por todos en todo tiempo y lugar, en el momento en que vivimos, la "Misión" ha de contemplar la necesidad de comunicar la verdad del mensaje de Dios desde una multiplicidad de aproximaciones, como si de la observación de un holograma se tratara, todos pueden verlo, pero ninguno puede abarcar la totalidad, todos necesitan las aproximaciones de los otros para acercarse lo más posible a una visión de Dios lo más completa posible, aun sabiendo que, al menos en este tiempo "conocemos en parte y en parte profetizamos" y esperando el tiempo en que "conoceremos plenamente".

Daniel Vergara El oikoumene como imagen de Dios, me resulta llamativo, pues la vieja noción del "hombre a imagen de Dios" tan arraigada en nuestras definiciones teológicas, nos ha llevado a olvidar la dependencia de cada ser de la creación. Incorporar a la "imagen de Dios" todo lo creado, nos ayuda a santificar, cuidar, respetar y proteger el mundo y todo cuanto en el habita, aportándonos matices importantes del Dios creador y sustentador de la vida.

Juan Ramón Junqueras Vitas ¿Cómo y dónde? A preguntas vitales, respuestas con vocación aproximativa. ¿Cómo? Trayendo al mundo la alegría de Dios. Solemos ser cristianos tristes, aburridos, anodinos. La alegría es el mensaje mollar del Nuevo Testamento. Esta alegría no es un simple estado de ánimo. Es la consecuencia de sentirnos queridos por Dios de forma incondicional. Y, por lo tanto, esta alegría puede manifestarse incluso en medio de la ansiedad y la preocupación. Nos pase lo que nos pase, podemos confiar en que estamos en las manos del Padre, vivificados por el Hijo, y animados por el Espíritu. Cristianos alegres de serlo conectan bien con la sociedad posmoderna, harta ya de soluciones provenientes del positivismo. ¿Dónde? Entre los más débiles y excluidos. Así lo hizo Jesús de Nazaret. Ellos son los primeros en el Reinado de Dios, porque se convierten en testigos de causa. Acogerlos se convierte en denuncia profética contra los que los relegaron a los arrabales del mundo. No es sólo una especie de humanismo cristiano, que no sería poco, sino la expresión palpable de la búsqueda de la justicia aquí, y de la confianza en que este proyecto de Dios reclamará su consecución completa en el día de la plenitud final. Y todo esto desde abajo, con la horizontalidad de un Dios que, siendo verticalidad infinita, se hizo horizontal de forma radical. Abrazos en Jesús, Daniel

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