La segunda frase del Artículo de Fe metodista sobre el bautismo dice: “El bautismo de los párvulos debe conservarse en la Iglesia”. En este sentido Wesley fue muy claro y continuando la tradición anglicana, sostiene esta práctica con cuatro argumentos:
1. Si bien el Nuevo
testamento no menciona ningún bautismo de niños, cuando el Nuevo testamento
habla del bautismo de una “familia” (Hechos 16, 32-33; I Cor 1, 16), es
sumamente probable que haya habido niños entre ellos, y que, por otra parte,
estando los judíos acostumbrados a practicar la circuncisión, como rito que
establece el sello de pertenencia al pueblo de Dios, a los ocho días de nacido
el niño, es muy probable que hayan dedicado ahora sus hijos a Dios mediante el
bautismo.
2. De todo el testimonio
cristiano primitivo es muy razonable deducir que el bautismo de niños es una
práctica muy antigua entre los cristianos. Posiblemente en la primera
generación de cristianos no porque en su conversión el problema no existía ya
que eran todos jóvenes y adultos, siendo esta la situación que refleja el Nuevo
Testamento.
3. En el bautismo de párvulos la Iglesia da testimonio de que la gracia salvadora de Dios en Cristo es también para los niños y es anterior a toda obra, mérito o predisposición humana. La idea del bautismo de los niños de hogares cristianos es que esos niños son tan cristianos como puede serlo un niño pequeño, y que la influencia del hogar y de la Iglesia los coloca en un ámbito distinto y especial, que los ha de preparar hasta el día en que, conscientemente acepten y confirmen personalmente a Jesucristo como su Señor. Como aval de este argumento, está el testimonio de la Escritura cuando dice “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidan…y poniendo sobre ellos las manos los bendecía”, este gesto era aceptado en la iglesia primitiva como el gesto que acompaña al bautismo.
4. Finalmente diremos
que, si bien el bautismo de niños no se encuentra explícitamente indicado en la
Biblia, nuestra Iglesia lo acepta porque no es una práctica que pudiéramos
llamar “anti-bíblica”, ni contraria al espíritu del Evangelio. La Iglesia debe
hacer claro que los padres del bautizado sean cristianos, o por lo menos uno de
ellos, de modo que puedan hacer seria y formalmente la promesa de educar a sus
hijos en la fe cristiana.
Por último, dejemos que sea Wesley mismo que puntualice su visión sobre el
bautismo de niños:
“Si el bautismo exterior es necesario para
la salvación, y los niños deben ser salvados así como los adultos, no podemos
nosotros negarles ningún medio para salvarlos.
“Si nuestro Señor les invita a
venir, a ser traídos a él y declara “De los tales es el Reino de los
cielos”;
“Si los niños son capaces de hacer un
pacto o de tener un pacto hecho por otros, de ser incluidos en el pacto de
Abraham y nunca fueron excluidos por Cristo.
“Si ellos tienen el derecho de ser
miembros de la Iglesia, y fueron miembros del pueblo judío;
“Si supuestamente nuestro Señor hubiera
decidido excluirlos del bautismo, él hubiera expresamente prohibido a sus
apóstoles que los bautizara (cosa que nadie se atreve a afirmar que hizo) dado
que de otra manera ellos lo hubieran rechazado ya que esa era la práctica
universal de su nación;
“Si es altamente probable que ellos lo
hicieran, aún por la letra de la Escritura, porque frecuentemente bautizaban
casas enteras y sería muy extraño que no hubiera niños entre ellos;
“Si toda la Iglesia de Cristo por 1700
años bautizó niños y nunca se opuso nadie hasta que en el pasado siglo lo
hicieron unos no muy santos hombres en Alemania. (los anabatistas)
“Por último, si existen tal cantidad de
inestimables beneficios traídos por el bautismo, el lavado de la culpa del
pecado original, el compromiso con Cristo haciéndonos miembros de su Iglesia, y
además dándonos el derecho a todas las bendiciones del evangelio; a todo esto
sigue que,
“ ¡Sí! los niños pueden y deben ser
bautizados y nadie debe impedírselos.”
El bautismo de niños/as constituye para la tradición metodista un medio de
gracia al mismo nivel de los demás, debe ser practicado con reverencia y con
preparación adecuada de la Iglesia para con los padres/madres y padrinos.
Siendo un sacramento, debe ser realizado en el seno del culto público y no
fuera de él – a no ser por causas de imposibilidad física- pues la congregación
es testigo de la gracia y guardadora de su cumplimiento y crecimiento en la
vida del bautizado.
Daniel
Bruno para CMEW