8. Todos los cristianos,
las iglesias y las congregaciones están llamados a ser mensajeros elocuentes
del Evangelio de Jesucristo, que es la buena nueva de salvación. Evangelizar es
compartir con humildad y confianza nuestra fe y convicciones con otras personas.
Ese compartir es un don que ofrecemos a otros y que anuncia el amor, la gracia
y la misericordia de Dios en Cristo. Es el fruto insoslayable de la fe
verdadera. Por ello, en cada generación, la iglesia debe renovar su compromiso
con la evangelización como parte esencial de la proclamación del amor de Dios
al mundo. ¿Cómo podemos proclamar el amor y la justicia de Dios a una
generación que vive en un mundo individualizado, secularizado y materializado?
Diego
Calvo Merino Apuntare
un manera extrana, dificil de comprender pero.que tiene base teologica, tan
solo que me puede ocasionar enemigos y aun soy joven. Una estrategia que puede
funcionar en una sociedad posmoderna es Dejar de evangelizar. Suena raro, no
puedo explicarlo desde aqui, pero una manera es priefo
Diego
Calvo Merino Realmente
nuestra manera de evangelizar no esta siendo efectiva sobre todo en Europa.
Hemos hecho del evangelio una obligacion y de evangelizar una mision especial
donde nos consideramos unos escogidios especiales, y esto no creo que sea el
camino...por
contra Juan que presencia un milagro de los otros que no evangelizan como
hacemos nosotros, le molesta y se enfada con esto, juan no pedro hablo, y Jesus
le dijo NO SE LO IMPIDAIS, evangelizar es vivir con noemalidad tu fe, no una
obligacion de anunciar mensajes que ni siquiera se creen de verdad...un beso
Juan
Ramón Junqueras Vitas La
sociedad posmoderna posee características que no podemos soslayar. Rechaza por
naturaleza, harta ya de soluciones falsas o falseadas, las propuestas teóricas;
por el contrario, se siente atraída por las apuestas existenciales. En ese
sentido, el mensaje
de Jesús de Nazaret —lejos de las teorías autocomplacientes de los fariseos—
tiene cabida en la mentalidad posmoderna. Su propuesta profética, pegada a un
modernísimo humanismo —aunque trascendiéndolo— ha de hacerse hueco en nuestra
evangelización. Vivir el evangelio con la normalidad apuntada por Diego Calvo Merino,
sin discursos engolados ni grandes declaraciones. Vivirlo como levadura en la
masa, como sal en el guiso, como un haz de luz en la oscuridad. Ante esta
propuesta la sociedad posmoderna no puede volver la cara. Mirará con
suspicacia, para ver si nuestra palabra se corresponde con nuestra vida. Pero
mirará. Será una evangelización basada en la experiencia de un humanismo
trascendido, sublimado por Dios, y relatado desde el gesto existencial.
Daniel
Vergara “Las
iglesias y las congregaciones están llamadas a ser mensajeros elocuentes del
Evangelio de Jesucristo” . La cuestión que se nos plantea, al menos en la
sociedad posmoderna es, ¿qué anhela el ser humano de hoy? ¿Cuál es su
postración? ¿cómo se siente? ¿Cuáles son las causas de su alienación? Y en
respuesta a estas cuestiones, nos tendremos que hacer otras preguntas, ¿es el
“Evangelio de Jesucristo” una buena noticia para el hombre de hoy? ¿realmente
le aporta respuestas a sus anhelo, postración, a cómo se siente, y le restituye
de alienación?. No podemos pasar de puntillas sobre estas cuestiones y repetir
incansablemente frases hechas, por muy evangélicas que sean, esperando que de
forma milagrosa se produzca la conversión. En una ocasión le escuché a Nicky
Gumbel, el impulsor del Curso Alpha, la siguiente anécdota: “En un gran anuncio
de los que se pueden ver en las carreteras figuraba la siguiente frase “Cristo
es la respuesta”, pero la cuestión es ¿Cuál es la pregunta?”. A los cristianos
creo que nos pasa algo parecido, creemos tener la respuesta, pero no nos hemos
planteado que se pregunta el hombre o mujer a los que intentamos dársela, eso
sí, ya hemos decidido que es un individualista, secularizado y materialista y
en ocasiones hasta cosas mucho peores. Sinceramente creo que así no llegaremos
muy lejos, quizás consigamos miles de personas a las que les inoculemos las
respuestas que a nosotros nos parecen bien, para que las memoricen y repitan
sin preguntarse mucho más, pero ¿es eso transmitir el “Evangelio de
Jesucristo”?. Sinceramente tengo muchas dudas, no tengo una respuesta, estoy
convencido de que Dios actúa de forma misteriosa y que escribe derecho en
nuestros renglones torcidos, pero sigo preguntándome ¿cómo lo hizo Jesús? ¿cómo
miró a la mujer acusada de adulterio? Una mujer condenada a muerte por
lapidación, y en esa encrucijada darle el “Evangelio” “Yo tampoco te condeno,
vete y no peques más” ¿Qué sintió esa mujer en ese momento? ¿cómo sería su vida
después de ese episodio?. Podríamos indagar otros muchos casos recogidos por
los evangelio, pero creo que como muestra puede vales este. Me pregunto ¿cómo
veo yo a los que me rodean?, como malvados impíos que de no convertirse irán
irremediablemente al infierno, o como seres necesitados de una mirada amable,
de una palabra de afecto, de un oído atento, que les transmita que Dios los
ama, que Él no los condena, que pueden ir en paz, que pueden recuperar su
dignidad, que sus vidas ya están siendo cambiadas, que ya no están presos por
el pecado. A pesar de mis dudas, creo que el camino apunta más por esta senda,
la cercanía y el testimonio personal y comunitario de los que experimentamos
esa misma situación.
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