martes, 3 de enero de 2012

Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. (Juan 4:35)

Ayer tarde me sorprendió la llamada de algunos hermanos de la congregación de Sabiñánigo, extrañados me avisaban de la próxima apertura de una nueva iglesia evangélica en la ciudad, efectivamente, un grupo de personas llegadas de Huesca, han sembrado Sabiñánigo de tratados, evangelios, etc., en  una pequeña nota se anuncia la próxima apertura de una local de cultos.
No menos sorprendente me resultó la llamada de algunas personas que sin ser evangélicas, se interesaban por saber si éramos nosotros los que abriríamos un local de cultos, también a ellos les expliqué que se trataba de otra iglesia.
Me vino a la mente el texto del evangelio de Juan que relata el encuentro de Jesús con la mujer samaritana “El que siega recibe su salario, y la cosecha que recoge es para la vida eterna, para que igualmente se alegren el que siembra y el que siega.  Porque es cierto lo que dice el refrán: ‘Uno es el que siembra y otro el que siega.’ Yo os envié a segar lo que vosotros no habíais trabajado. Otros fueron los que trabajaron, y vosotros os beneficiáis de su trabajo.” (Juan 4:36-38) Sin duda, la siembra dará su fruto, pero no es mérito del que siembra ni del que siega, pues es el Señor quien hace germinar la semilla en el corazón de las personas, ese deber ser el motivo de nuestra alegría, sabiendo que el Señor añadirá a su Iglesia los que deban ser salvos.
En este sentido nos alegramos por que sean muchos los tocados por el Señor. Por nuestra parte queda recibir a los que el Señor traiga, pidiendo que el Espíritu Santo nos ilumine para no ser tropiezo o escándalo, con nuestras divisiones, a los que nos demanden razón de la esperanza que hay en nosotros.
Soli Deo Gloria (la gloria es sólo para Dios)

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