martes, 20 de febrero de 2024

Resistir la tentación

Jesus es puesto a prueba  

(Lucas 4:1-11 BLP)

(Mt 4,1-11; Mc 1,12-13)


Jesús regresó del Jordán lleno del Espíritu Santo. el mismo Espíritu lo llevó al desierto, donde el diablo lo puso a prueba durante cuarenta días. En todo ese tiempo no comió nada; así que al final sintió hambre. Entonces le dijo el diablo:

—Si de veras eres Hijo de Dios, di que esta piedra se convierta en pan.

Jesús le contestó:

Las Escrituras dicen: No solo de pan vivirá el hombre.

Luego, el diablo lo condujo a un lugar alto y, mostrándole en un instante todas las naciones del mundo, le dijo:

—yo te daré todo el poder y la grandeza de esas naciones, porque todo ello me pertenece y puedo darlo a quien quiera.  todo será tuyo si me adoras.

Jesús le contestó:

—las escrituras dicen: ASeñor tu Dios adorarás y solo a él darás culto.

Entonces el diablo llevó a Jesús a Jerusalén, lo subió al alero del templo y le dijo:

Si de veras eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque dicen las Escrituras: Dios ordenará a sus ángeles que cuiden de ti  y que te tomen en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra.

Jesús le contestó:

También está dicho: no pondrás a prueba al Señor tu Dios.

El diablo, entonces, terminó de poner a prueba a Jesús y se alejó de él en espera de una ocasión más propicia.


(Otras textos: Deuteronomio  26:4-10Romanos 10:8-13)


En la lectura del Evangelio, Lucas nos presenta el relato de las tentaciones que enfrenta Jesúsen el desierto de judea después de su bautismo. El evangelista Lucas procede de la gentilidad, a diferencia del autor del evangelio de Mateo que es origen judío, esto puede explicar por qué registra el orden de las tentaciones de manera diferente. En el relato de Mateo, se resume la experiencia en un orden que demuestra que Jesús es un verdadero israelita.


Lucas organiza las dos últimas tentaciones para centrarse en Jesús en Jerusalén. Esta escena se presenta después del bautismo de Jesús, cuando la voz de Dios resuena desde los cielos: "Tú eres mi hijo amado; en ti me complazco" (Lucas 3:22). Esta es una afirmación hecha por Dios sobre su Hijo, y el lector del siglo primero no se sorprenderá de que Jesús sea llevado inmediatamente al desierto para ser probado. En la cultura del medio oriente, es necesario probar el honor o deshonor, como la forma de comprobar la veracidad o falsedad de la declaración proclamada de forma pública.


Para comprender la narrativa de la tentación, debemos recordar la oración diaria de la persona judía de fe, el "Shemá" de Deuteronomio 6:4-5 donde los fieles oran para poder amar al Señor Dios con todo su corazón, alma y fuerzas.

 

En el Medio Oriente, el corazón corresponde a nuestra noción occidental de la mente. El alma implica un cuerpo animado para que pueda producir buenas obras. La fuerza se refiere a lo que nuestra mente y nuestro cuerpo producen cuando se alinean con los propósitos de Dios – nuestro ministerio, de forma que pueda ser compartido con todos aquellos que lo necesitan. Vivir en esta alineación y equilibrio, revelará a Jesús como un verdadero israelita - y por lo tanto como un auténtico candidato a ser el Mesías.


Jesús vence al diablo en tentaciones dirigidas al corazón, alma y fuerza. Primero, el diablo quiere que Jesús cambie de opinión (su corazón) sobre su misión. No te molestes con la visión mesiánica, simplemente acaba con el hambre mundial convirtiendo piedras en pan. Pero Jesúsresponde citando el Deuteronomio en su respuesta: “El hombre no vive solo de pan”, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.


Lucas registra la segunda tentación del diablo como una tentación de recibir toda la riqueza y el poder del mundo si Jesús simplemente se inclina ante él. Aquí Jesús le recuerda al diablo que las escrituras enseñan que solo debes adorar al Señor y servirle a él solo.


La tercera tentación tiene al diablo tratando de atraer a Jesús para que se arroje desde el punto más alto del templo, confiando en que Dios lo salvará de todo daño. Jesús responde de nuevo citando las escrituras, no debes poner a Dios a prueba. El diablo es derrotado. Jesús es el vencedor. Ahora él y sus discípulos pueden dirigirse a Galilea. Ahora los discípulos pueden confiar y estar seguros, pues Jesús ha vencido al enemigo, ha demostrado su honor, ahora sí puede comenzar su ministerio público.


Para la meditación


Hay un poder único en la palabra de Dios que Jesús revela en estos intercambios con el diablo. Tres veces el diablo intenta tentar a Jesús al pecado y tres veces Jesús responde con un pasaje de las Escrituras que deja al tentador desorientado. "No sólo de pan vive el hombre." "Al señor tu dios adorarás y a él solo servirás." "No tentarás al señor tu dios."

 

Hebreos 4:12 nos enseña que "la Palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que toda espada de dos filos, que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón." Hay poder en la palabra de Dios. Hay autoridad en la palabra de Dios. Nos encontramos con nuestro Dios en la palabra. Necesitamos conocer la Palabra y tener la capacidad de apoyarnos en sus promesas y refugiarnos en ella como defensa contra la tentación. 


Para pensar


En la carta de Santiago, el hermano de Jesús le dice a la iglesia que nos sometamos a Dios y resistamos al diablo (santiago 4:7). Todos hemos sido tentados. Todos seremos tentados. Necesitamos una estrategia que nos mantenga a salvo de los engaños del enemigo. Jesús es capaz de resistir al diablo en el desierto citando pasajes de la Biblia. Incluso cuando el diablo intenta engañarlo citando la Biblia (en este caso, un pasaje del salmo 91), Jesús es capaz de contrarrestar la falsa interpretación del diablo.

 

Santiago ofrece consejos sólidos y prácticos. Someteos a Dios - sabiendo que Dios está dispuesto y es capaz de liberarte del mal. Entonces, resistid al diablo "y huirá de vosotros". Cada día de nuestra vida debemos sometemos a Dios, de forma especial cuando nos reunimos con otros creyentes para adorar, alabar y recibir del Señor. Nos fortalecemos para resistir al tentador cuando permanecemos cerca de Dios en la Palabra, permitiendo que la Palabra sea la lámpara que guíe nuestros pies y la luz que ilumine nuestro camino (salmo 119:105). Acércate a Dios, dice Santiago, y Dios se acercará a ti (santiago 2:8). Esa debe ser nuestra respuesta de acción en el día a día.


Oración


ODios, ven en mi auxilio. OSeñor, date prisa en ayudarme. No me sometas a la prueba final, sino líbrame del maligno. Amén.

El Dominical de Sabiñánigo, Domingo 18 de febrero de 2024


 

sábado, 10 de febrero de 2024

ECHA LAS REDES - "VENID CONMIGO Y OS HARÉ PESCADORES DE HOMBRES"

 



Mateo 4: 12-23 (BLP)




Jesús inicia su actividad

(Mc 1,14-15; Lc 4,14-15)

12Al enterarse Jesús de que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea. 13Pero no fue a Nazaret sino que fijó su residencia en Cafarnaún, junto al lago, en los términos de Zabulón y Neftalí, 14en cumplimiento de lo dicho por medio del profeta Isaías:

15 ¡Tierra de Zabulón y Neftalí,

camino del mar, al oriente del Jordán,

Galilea de los paganos!  

16 El pueblo sumido en las tinieblas

vio una luz resplandeciente;

a los que vivían en país de sombra de muerte,

una luz los alumbró.

17A partir de aquel momento, Jesús comenzó a predicar diciendo:

—Convertíos, porque ya está cerca el reino de los cielos.

Llamamiento de los primeros discípulos

(Mc 1,16-20; Lc 5,1.10-11)

18Iba Jesús paseando por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a dos hermanos: Simón, también llamado Pedro, y su hermano Andrés. Eran pescadores, y estaban echando la red en el lago. 19Jesús les dijo:

—Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.

20Ellos dejaron de inmediato sus redes y se fueron con él. 21Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, que estaban en la barca con su padre, reparando las redes. Los llamó, 22y ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron.

Jesús enseña y cura

23Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas judías. Anunciaba el evangelio del Reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias de la gente.

Otros textos: Isaías 8:23—9:3; 1 Corintios 1:10-13, 17

Los acontecimientos del evangelio que llevan a Jesús a Capernaúm se aclaran cuando permitimos que los otros evangelios amplíen información sobre el texto de Mateo que hemos compartido. En este caso concreto, necesitamos mirar unos pasajes de los evangelios de Juan y Lucas para completar la información que no encontramos en Mateo. 

Después del bautismo de Jesús y el tiempo de prueba en el desierto, Jesús regresa a Galilea con un grupo de antiguos discípulos de Juan el Bautista. Encontramos en el relato de Juan que dos futuros apóstoles, Andrés y su hermano Pedro, asisten a la boda en Caná (Juan 1:35-42; 2:1, 11-12). Luego, Jesús llega a Nazaret donde un sábado, después de predicar en la sinagoga de su ciudad, la asamblea se ofende por la interpretación bíblicas que hace Jesús y amenazan arrojarlo a un acantilado cerca de esta ciudad. (Lucas 4:16-31). Jesús deja Nazaret y llega a Capernaúm donde puede que viviera un tiempo en la casa de Andrés y Pedro. 

Andrés fue el primer discípulo de Juan el Bautista que sigue a Jesús, ha escuchado que Juan llamar a Jesús "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". 

Podemos pensar que Pedro y Andrés ofrecieron hospitalidad a Jesús en su hogar en Capernaúm en la orilla occidental del mar de Galilea. 

Rechazado y expulsado de Nazaret, Jesús viene a Capernaúm, y aquí es donde Jesús comenzará su ministerio público. 

La inquietante frase de Mateo del profeta Isaías (Isaías 9:1-2) se convierte en un excelente ejemplo de cómo conocer la geografía bíblica, esta puede informar y revelar un significado profundo enclavada en el pasaje. Isaías llama a la región donde se encuentra Capernaúm "Galilea de los paganos" (es decir, "Naciones"). El calificativo "de los paganos o gentiles" es nuevo para Isaías pronunciado después de la conquista asiria y la destrucción de las diez tribus del norte de Israel alrededor del 721 a.C. 

Debido a que la oscuridad de la conquista asiria provino de un ataque desde el norte, es significativo en Isaías, anunciando que en el futuro llegaría una "gran luz", el Mesías, por lo tanto, primero llegaría Galilea y luego se dirigiría hacia el sur hasta Judea. 

Al concluir, observa que Jesús no llamó a completos extraños a seguirlo. Respondieron a la llamada de dejar sus redes y seguirlo porque había estado viviendo con dos de ellos, Andrés y Pedro, y había conocido a los hermanos Santiago y Juan durante un tiempo anterior. Ellos estaban listos para responder cuando Jesús emitió su llamada. ¿Lo estás tu?


PARA LA MEDITACIÓN


" Venid conmigo y os haré pescadores de hombres." Las prácticas de pesca en el mar de Galilea requerían un esfuerzo intenso y paciencia. A menudo se utilizaban redes de arrastre para cosechar los diversos tipos de peces del lago, que luego tenían que ser identificados, clasificados y preparados tanto para los mercados judíos como gentiles. El trabajo era duro y duraba toda la noche. 

Meditando sobre este tipo de pesca y cómo se relaciona con convertirse en "pescadores de hombres", imaginamos que será nuestro trabajo echar las redes y traer la captura. 

¿Quién teje y repara las redes? 

¿Es nuestra labor limpiar la pesca? 

Es obra del Señor clasificar lo que las redes capturan. Debemos dejar que el Señor haga el resto. 

Las redes ocupan un lugar destacado en la vida cristiana. Todo esto se hace para evocar la imagen de la red. Estamos llamados a echar la red del Evangelio lejos y cerca para atraer a tantos como sea posible a través del testimonio de nuestras vidas y el trabajo que hacemos para evangelizar. Dejemos que el Señor se encargue del resto. Venid y seguidlo.

PARA PENSAR

Imagínate a ti mismo en una barca de pesca en el Mar de Galilea. Estás justo frente a la costa que desciende desde la casa de Pedro y Andrés. Estás cerca del muelle donde otros pescadores están reparando sus redes. Has trabajado duro toda la noche y estás listo para una buena comida y un profundo sueño. Jesús aparece en la orilla y te llama a dejar todo esto atrás para seguirlo. ¿Irás? ¿Solo si tu hermano también va? ¿A dónde te llevará Jesús? ¿Extrañarás el trabajo que dejas atrás? Todas estas consideraciones son oportunidades para la contemplación mientras te sitúas en la narrativa bíblica y permites que cobre vida, una vez más.

oración

Señor Jesús, Pedro, Andrés, Santiago y Juan respondieron cada uno a tu llamado para dejar sus redes y seguirte. Estos hombres se convirtieron en tus apóstoles y fueron enviados al mundo con el mensaje de salvación. Concédeme la gracia de escuchar tu voz en el trabajo que hago hoy y de responder a tu llamada cuando sea el momento adecuado. Quiero ser un "pescador de hombres" como aquellos que han sido llamados antes que yo. Amén

viernes, 29 de octubre de 2021

El Movimiento de la Reforma

Reducir la Reforma a una fecha y a una persona sería empobrecer la magnitud y profundidad del concepto. Los datos históricos nos muestran que este movimiento que tiene como objetivo la transformación tanto de la cabeza como la de los miembros del cuerpo de la iglesia, comienza mucho tiempo antes del 31 de octubre de 1517 y tiene como testigos -entre los que el nombre de Martín Lutero es uno más- una larga, diversa y representativa lista. Asimismo, limitar el comienzo de este proceso a una determinada área geográfica es igualmente- una forma de empobrecer el concepto de Reforma. Varios concilios previos al 1517 tuvieron el objetivo de llevar a cabo esos cambios que podrían devolver a la comunidad cristiana la frescura inicial, pero lamentablemente vieron que sus resoluciones quedaban como un camino lleno de buenas intenciones pero no lograban su objetivo. La iglesia se encontraba en un debate intenso entre quienes colocaban a los concilios como el espacio privilegiado de gobierno y el logro de consensos teológicos y pastorales frente a quienes, con la intención de proteger la unidad de pensamiento, pensaban que el camino pasaba por la concentración del espacio de decisiones en la persona del obispo de Roma.

 

También sería un error hablar de una “contrarreforma” cuando en realidad tenemos que hablar simultáneamente de una reforma protestante y una reforma católica. Ambas son aspectos de un mismo ideal de reformar la forma de comprender la iglesia. Junto y no frente a la Reforma protestante tenemos también la reforma católica con nombres muy destacados. En España todo el proceso de los “descalzos” es parte de ese movimiento y la figura, tanto de Pedro de Alcántara junto con todo el movimiento franciscano como la figura de una mujer fuerte como Teresa de Jesús, son parte de ese movimiento llamado -en general- Reforma.

 

En América Latina también aparecen figuras que llevan a cabo ese proceso de renovación y refundación de la comunidad cristiana. Como ejemplo de esos aires de Reforma, es importante rescatar para las iglesias que se reconocen como parte del movimiento de la Reforma una figura como la de Toribio de Mogrovejo, que desde el Arzobispado de Lima -y con grandes disgustos de los espacios de poder político y aún religioso- trabajó para acercar la fe, los derechos humanos y la inclusión radical de todas las poblaciones excluidas y marginadas por el sistema de poder económico y cultural. Asimismo, la larga lista de los archivos de la Inquisición en nuestro continente -al igual que los de España- nos muestran la cantidad de mártires y testigos de ese movimiento con sed de Reforma, tanto en su jerarquía como en sus prácticas pastorales. Esta larga lista de testigos de la fe tiene que renovar nuestro compromiso -aquí y ahora- de continuar reformando nuestras comunidades para que sean cada día más fieles al proyecto y voluntad de Aquel que se hizo libertad para que todas y todos vivamos en libertad abundante.

 

El limitar el concepto de la Reforma a una persona y a un día nos puede hacer caer en la tentación de sacralizar estructuras mentales y teológicas, cerrando la posibilidad de un proceso dinámico, constante y actual. Todas las ortodoxias que quisieron fijar este proceso en un día y una persona terminaron empobreciendo el proceso de la Reforma, que tiene necesariamente que continuar abierto en todos sus aspectos, y llevarlo más allá de todas las fronteras que nuestros temores y necesidades de seguridad quieren levantar para dividir y aislar.

 

El proceso de la reforma es un intento siempre renovado de vivir el escándalo del Evangelio que todo lo transforma para incluirlo en una gran comunidad de hermanos y hermanas, donde nada ni nadie queda excluido.

 

Retomando una y otra vez el espíritu plasmado en la Confesión de Augsburgo, se nos hace necesario encarnar la provisionalidad de las divisiones actuales. No somos una iglesia ecuménica por oportunismo político o por necesidad social, sino que la voluntad de unidad forma parte del núcleo del movimiento de la Reforma, por ello no podemos dejar de lado a la diversidad de formas, personas y actores de este proceso, siempre abierto, siempre desafiante. Es interesante considerar las notas al pie de página de cada uno de los artículos de la Confesión de Augsburgo, que se apoya en los grandes momentos de consenso dentro de la comunidad de fe. Las citas de los diversos concilios se repiten una y otra vez. Asimismo, es llamativo cómo se llama en apoyo de sus principales afirmaciones a las autoridades teológicas y de santidad de vida, a quienes la recepción comunitaria aceptaba sin mayores debates. El nombre de san Agustín, Ambrosio, Jerónimo, Bernardo y otros se repiten una y otra vez como testigos y apoyo de cada una de las afirmaciones de fe. Esos nombres y su pensamiento forman parte del pensamiento de la Reforma. Es por ello, porque se piensa en esos contextos de debate, que una serie de afirmaciones no son puestas en debate.

 

El proceso de la Reforma, que en un primer momento es profundamente pastoral -tal como lo muestran las 95 Tesis de Martín Lutero- es un proceso de revisión de toda esa tradición, sin renunciar ni olvidar pero sí de adaptar a nuevas situaciones y desafíos. El movimiento de la Reforma no es un movimiento de ruptura, sino -muy por el contrario- de continuidad. Puede parecer asombroso, pero las 95 Tesis con las que comienza la Reforma protestante, muestra que en realidad es el Obispo de Roma el que ha introducido novedades sin consenso y es ese tema el que se quiere debatir y que aún hoy es tarea pendiente. Esta autocomprensión de la Reforma protestante de ser una continuidad y adaptación de la gran tradición es el fundamento que nos lleva a afirmar, una y otra vez, que nunca fue la intención crear una nueva iglesia o dividir dolorosamente la comunión. Porque el movimiento de la Reforma protestante se considera a sí mismo como parte de la iglesia que siempre será “una, santa, apostólica y católica”, provisoriamente no romana. De este concepto nace nuestra vocación ecuménica, sostenida tanto a tiempo como a destiempo.

 

El movimiento de la Reforma protestante tal como se refleja en las 95 Tesis de debate de Martín Lutero tiene un comienzo a partir de una preocupación netamente pastoral y social frente a la situación de pobreza y explotación del pueblo. Pero poco a poco descubre que esa preocupación pastoral y social no puede quedar aislada de una renovación teológica que, ubicada en una hermenéutica fundada en la sola fe en la única y sola gracia proclamada y vivida solamente por Jesús de Nazaret -proclamado como el Cristo del Dios del Reino y revelado sólo en las Escrituras- es un grito de unidad y de inclusividad sorprendente.

 

Pastor Lisandro Orlov.

Iglesia Evangélica Luterana Unida.

Buenos Aires, Argentina.

 

Reflexiones y recursos para celebrar los 500 años del movimiento de la Reforma

Número 1 Año 2014

jueves, 28 de octubre de 2021

Reforma Protestante - Lutero y la Reforma Litúrgica

 

Introducción

 

No hay nada tan deseado y temido por los seres humanos como la renovación. Siempre que oímos hablar de que una renovación se acerca algunos que se alegran mucho y dan gracias a Dios porque sus oraciones han sido contestadas. Dicen: “Al fin, Señor, ya era hora que esto cambiara”. Otros, al contrario, se empiezan a preocupar porque la renovación que se acerca afecta sus intereses, sus posesiones, su manera de entender las cosas.

Quienes temen a la renovación dicen: “Señor, ten piedad de nosotros, no permitas que esto vaya demasiado lejos”. Y es verdad. Las renovaciones siempre benefician a unos y perjudican a otros. De todas formas, más tarde o más temprano, la renovación llega. Es un proceso natural de la vida. Por eso debemos prepararnos para los cambios, sobre todo cuando estos son necesarios para el bien de la inmensa mayoría.

Muy pocas veces las renovaciones son bien recibidas por todos y sus protagonistas son tildados de locos, fanáticos, inconformes, revolucionarios. La incomprensión y la oposición acompañan a la renovación, pero el paso del tiempo va dando razón a quienes parecían no tenerla. La historia humana está llena de momentos renovadores. La historia de la iglesia, por ser también historia humana, no ha estado ni estará ajena a la necesidad de la renovación.

Uno de esos momentos de mayor renovación en la vida de la iglesia fue sin duda la Reforma Protestante del siglo XVI, y sus modestos inicios se deben a las locuras de un joven monje alemán llamado Martín Lutero. Uno de los legados más valiosos de la Reforma –y en el cual Lutero y sus contemporáneos jugaron un papel importante–  es la renovación litúrgica. Esa experiencia mantiene un gran significado para nuestras iglesias hoy.

¿En qué consiste esta vigencia o testamento litúrgico de la Reforma? Para responder a esta pregunta vamos a considerar tres aportes fundamentales de la Reforma en el ámbito del culto cristiano:

1.    La renovación litúrgica responde a una renovación teológica:

1.1 El principio protestante de la "sola Escritura" restaura el lugar central de la Palabra en el culto cristiano. Traducir la Biblia al alemán, leer las Escrituras y predicar en el idioma que la gente entiende, son obras de Lutero que demuestran la importancia de devolver la Palabra de Dios al pueblo. La poca preparación de muchos sacerdotes provocó la crisis de la predicación en la Edad Media, cuando, en lugar de leer las Escrituras, se usaban pasajes de la vida de los santos. Así, la fe se distorsiona, se diluye en lo secundario, y no se enfoca en lo esencial del evangelio. Así también la fe puede ser manipulada de acuerdo con los intereses de quienes tienen acceso a la Biblia y la pueden interpretar.

Hoy en día, muchos sermones se preparan a partir de historias y anécdotas sensacionalistas y se pierde la inspiración bíblica de la predicación cristiana. Algunos también se limitan a ciertos pasajes conocidos, preferidos y de fácil interpretación, olvidando la riqueza de todo el mensaje de Dios en la Biblia. Al contrario de Lutero, reformadores como Calvino y Zwinglio rechazaron el uso del Leccionario y el Calendario Cristiano y eligieron los pasajes bíblicos que debían ser leídos en el culto, de acuerdo con lo que querían predicar.

1.2 Lutero no solamente se valió de la lectura bíblica y la predicación para difundir las nuevas doctrinas de la Reforma, sino también del mensaje de los himnos. Para Lutero, los himnos tenían tres propósitos fundamentales: Litúrgico: conservar la tradición de la iglesia; teológico: adorar a Dios y proclamar el evangelio, y pedagógico: comunicar la nueva doctrina, educar en la fe cristiana. Lutero privilegiaba la simplicidad de la melodía para que el texto fuese comprendido claramente. Sonidos y palabras simples harían posible la comunión entre el creyente y Dios.

Sólo aquello que cantamos y entendemos es capaz de educarnos. Un líder de la iglesia Romana en aquellos días declaraba: "Los himnos de Lutero han sido mucho más dañinos que todos sus sermones y sus libros". Por su parte, Calvino, en su afán de ser fiel a las Escrituras, redujo el canto congregacional al canto de los Salmos. Entendía que toda la música extrabíblica creada por los seres humanos no era apta para la adoración a Dios. No se daba cuenta de que con esta actitud dejaba fuera de los himnos los temas esenciales del Nuevo Testamento: Cristo y la iglesia. Nosotros, hoy, entendemos que la iglesia debe alternar el canto bíblico con aquel que refleja la realidad del mundo en el cual vivimos y al cual servimos.

1.3 Los principios de la "sola gracia" y "la sola fe" hicieron entender el culto como un encuentro de los creyentes libres, entre sí y con Dios. El culto va a perder su carácter sacrificial idea promovida por la doctrina de la transustanciacióny meritorio la idea de que asistir al culto nos hace mejores cristianos, al tiempo que acumulamos puntos para nuestra salvación para convertirse en una experiencia gozosa de la gracia de Dios, en el disfrute de los beneficios del amor de Dios. No se ofrece en el culto ningún sacrificio, a no ser la entrega de la propia vida a la causa de Cristo. El culto es cristocéntrico, adoramos a Cristo, no al sacramento. El culto, al igual que la iglesia que lo celebra, no es una institución, es la comunión de los creyentes con Dios, es alabanza y adoración por su salvación gratuita.

1.4 Estos principios se complementan de manera equilibrada, cuando el culto se concibe como una experiencia didáctica y devocional, racional y mística. Es importante relacionar la verdad bíblica con la vida de la congregación. El culto de Zwinglio privilegió la enseñanza, el de Calvino, el canto bíblico. Ambos rechazaron el simbolismo, dimensión tan necesaria para la espiritualidad humana. En el culto escuchamos a Dios y orientamos nuestra vida de acuerdo con su Palabra, pero también venimos al encuentro del misterio de Dios con todo nuestro ser, dejando que todos nuestros sentidos, sensaciones, sentimientos y afectos se involucren en la adoración. El culto apela a la razón y a la emoción, celebrar a Cristo es comprender su Palabra y sentir como un fuego que nos consume, su llamado para servir a la causa de su amor, su justicia, su paz, su perdón, su reconciliación, su reino.

 

2. La renovación litúrgica promueve un culto encarnado en la cultura del pueblo

2.1 Además de teólogo, Lutero fue un músico. Siempre disfrutó del canto y amenizaba muchas reuniones con la familia y los amigos tocando el laúd y la flauta. Esto le permitió ser alguien sensible a los valores de su cultura.

La recuperación del canto congregacional es una de sus grandes contribuciones al culto de la Reforma y al culto cristiano universal. Cuando en el culto el pueblo canta su propia música, el culto no es una experiencia extraña, ajena: se convierte en algo que las personas aman y con lo cual se identifican profundamente. Cantar la fe desde su propia realidad y hacerlo de manera comunitaria y en el idioma autóctono era una manera de ejercitar el principio del sacerdocio universal de los creyentes. El pueblo adora a Dios tal y como es, desde su propia vida, con su propio ritmo, con sus palabras. Es una dimensión importante de la libertad en la adoración a Dios.

2.2 Sin embargo, Calvino y Zwinglio entendieron que la música era para el disfrute y el placer de las personas y tenía su espacio en la casa y en otras reuniones sociales, no en el culto. Por lo tanto, en sus liturgias sólo se canta al unísono y sin acompañamiento musical. Zwinglio fue más radical aún al plantear que la adoración verdadera a Dios se hacía "de corazón", por lo que no era necesario cantar, ya que la música era secundaria a la Palabra y distraía a la comunidad de su comunión con Dios. No fue sino hacia fines del siglo XVII que se introdujeron los himnos en las iglesias libres y congregacionales.

2.3 La adaptación del culto a la cultura local es una necesidad de primer orden que la iglesia había olvidado en aquellos tiempos. Lutero escribe dos guías para la celebración del culto que responden a esta necesidad de adaptación cultural. La primera se llamó Fórmula Missae y se usaba fundamentalmente en las iglesias y catedrales urbanas. Algunas partes de la misa permanecían en latín, pero la lectura y proclamación de la Palabra, así como el canto de los nuevos himnos, se hacían en alemán. La segunda fue la Misa Alemana, la cual era totalmente en alemán, y con una estructura sencilla, idónea para ser celebrada en parroquias de pueblos pequeños, pueblos rurales. De acuerdo con el lugar y las circunstancias se empleaban los cantos gregorianos en versos o las melodías populares alemanas.

2.4 El amor de Lutero por la música histórica de la iglesia y por la música de su tierra trajo como resultado una liturgia que unía la tradición con la novedad. Junto al canto congregacional, se escuchaban el coro y algunos cuartetos. El coral luterano fue una de las innovaciones en el canto cristiano cuyos aportes han perdurado hasta el día de hoy. Mantener el equilibrio entre antiguas y nuevas formas de culto es el desafío que Lutero nos lanza desde su tiempo.

Esa actitud respetuosa de la riqueza del pasado y de las necesidades del presente es la manera de no perder la identidad y la autenticidad de nuestro culto. Es muy doloroso ver cuántas veces las iglesias confunden renovación litúrgica con devastación del pasado. No todo lo que retuvimos del pasado es valioso, y no todo lo que aportamos ahora es valioso. Hay que discernir, desde ambos ámbitos, cuáles son los elementos más significativos para la comunidad que celebra, aquellos que responden a sus necesidades, a su tiempo y a su manera de comprender desde la fe todos los aspectos de su vida y su misión en el mundo.

2.5 Cuando ponemos a dialogar nuestro culto con nuestra cultura debemos tener cuidado de aquellos elementos culturales que pueden afectar la identidad del culto cristiano. Los reformadores del siglo XVI reaccionaron ante una cultura religiosa dominante representada por la jerarquía de la iglesia romana y, a la vez, recibieron inspiración para sus cambios en todo el movimiento de renovación cultural que se llamó el Renacimiento. También hoy existen "culturas dominantes" que orientan la vida y las relaciones humanas: el armamentismo, el mercado, el machismo, el dogma ideológico, el adultocentrismo, la religión universalista.

La iglesia de Jesucristo debe reconocer y enfrentar las "nuevas profanaciones" que el medio cultural trae al espacio de la celebración litúrgica: el individualismo, el placer momentáneo, el sensacionalismo, la música que impacta pero que nada dice, el estatus social, el culto evasivo, el consumismo religioso. Al mismo tiempo, el culto debe promover una cultura alternativa que enfatice el poder del amor, el de la no violencia, el poder de la reconciliación, del servicio humilde y desinteresado, del compromiso con la paz, la justicia y la vida plena de las personas.

 

3.    La renovación litúrgica promueve un culto participativo

3.1 El culto, en los tiempos de Lutero, era asunto del clero, de la iglesia. Ellos controlan la liturgia. El canto gregoriano era profesional, el pueblo no podía cantar aquellas melodías difíciles. El culto era un gran acto dramático de la vida y muerte de Jesús cuyos actores eran los clérigos, y el pueblo observaba pasivo sin entender bien lo que pasaba. Súmese a esto que la misa se pronunciaba de espaldas a la congregación, en latín y en voz baja, y resultaba, así, inaudible. El pueblo sólo "asistía" a la misa, no participaba de ella. Nosotros promovemos hoy una liturgia participativa e incluyente.

3.2 Los equipos de Liturgia son una propuesta para hacer realidad el protagonismo de la asamblea. En la tradición protestante y evangélica, la dirección del culto ha sido derecho exclusivo de los pastores y de algunos líderes, porque, queramos o no, la dirección del culto implica un espacio de poder. Quien tiene conocimiento, tiene poder. Por eso la asamblea debe conocer por qué celebra su culto de una manera determinada. Así se democratiza el poder. Participación e inclusividad en la liturgia son principios y valores cristianos por excelencia, más allá de la raza, el sexo, el origen social o el nivel intelectual. Por ejemplo, el culto que desarrollaron los grupos de la Reforma Radical, especialmente los anabaptistas, era determinado por cada congregación local y velaba por la participación de hombres y mujeres por igual.

3.3 Participar activa y conscientemente de la Cena del Señor era uno de los anhelos de la Reforma. La celebración de la cena había perdido este carácter comunitario y se había revestido de un complejo ceremonial, oscuro para el pueblo, algo mágico y milagroso que atrajo la atención de la gente hacia lo que veía, hacia lo sensacional. Esto incentivó la piedad popular y el pueblo comenzó a atribuir a la hostia poderes para curar enfermos y bendecir las cosechas. Además, los fieles sólo concurrían a la cena una vez al año y con mucho miedo. La teología de la época enfatizaba la naturaleza pecaminosa de las personas, de tal manera, que se consideraban indignos de participar de la cena. De este modo, sólo el clero comía el pan y bebía la copa en lugar del pueblo.

3.4 Los reformadores querían volver a la adoración sencilla y comunitaria de los tiempos del Nuevo Testamento (Hechos 2). Reunirse alrededor de la mesa, dar gracias y partir el pan entre todos y todas. Para Zwinglio la cena era expresión de la fe de la comunidad en respuesta a una ordenanza de Cristo. Como consecuencia de ello, diseñó un ritual bastante simplificado de la comunión, le dio un carácter de comida familiar y promovió el sentido memorial-simbólico de la comunión. Lutero y Calvino convenían en afirmar la presencia real de Cristo en la cena, aunque no aceptaban la doctrina de la transustanciación. Calvino enfatizó más la idea de la "presencia real del creyente", es decir, participar y conocer el sentido de aquella ceremonia.

3.5 En sentido general, los reformadores lucharon por la celebración frecuente de la cena y para permitir que el pueblo participara de manera activa y consciente, aunque no lograron hacerlo más de cuatro veces al año. Con el paso del tiempo, la centralidad de la Palabra va a relegar a un segundo plano la celebración de la cena, a tal punto, que hoy existen muchas iglesias evangélicas que apenas celebran la comunión una vez al año. Es un desafío para la iglesia cristiana en la actualidad, restaurar la igualdad de la Palabra y de la Mesa como momentos esenciales y fundantes del culto cristiano.

3.6 El culto enfatizaba la individualidad, no la comunión. Durante la Edad Media , los monjes habían promovido una adoración individualizada, centrada en la contemplación, la oración y la meditación personal, y no en la proclamación de la Palabra que es por esencia un acto comunitario. Ante la práctica extendida de las misas privadas, Lutero proclama que sin asamblea reunida no hay culto verdadero. Es Dios quien convoca y quien reúne a la comunidad. Es Dios el que ofrece un servicio a la comunidad a través de los beneficios de su Palabra.

El pueblo, entonces, responde a la palabra con arrepentimiento, obediencia, compromiso, no sobre la base del miedo al castigo divino sino movidos por la gratitud al amor salvador de Dios. No venimos al culto a adorar de manera individual, sino con nuestros hermanos y hermanas. La fe cristiana debe ser vivida y celebrada en comunidad y no de manera aislada. Si no nos congregamos en un mismo sentir, como una sola alma, entonces no se cumplirá aquella promesa de Jesús de que "donde hay dos o tres reunidos en mi nombre allí estaré yo".

Conclusión

Estos aportes de la Reforma en el ámbito del culto cristiano nos ayudan a entender como iglesia de Jesucristo la necesidad de una constante renovación litúrgica para que podamos ser fieles a nuestra historia y a nuestra vida. Nuestras iglesias deberían experimentar la renovación constante como un proceso de crecimiento, maduración y actualización de nuestra misión en

 

el mundo. Esto dará frutos positivos y permanentes en la vida de toda la comunidad de fe. Una renovación litúrgica fiel a la rica herencia de la Reforma no debe olvidar que:

o   La renovación litúrgica es la consecuencia natural de una renovación teológica. Una nueva manera de experimentar a Dios, de leer la Biblia y de ser iglesia en nuestros contextos de vida implica una nueva liturgia que exprese estos cambios.

o   La renovación litúrgica debe pasar por la incorporación de nuestros valores culturales: nuestra música, nuestra manera de decir, nuestra historia, nuestro mestizaje latinoamericano, nuestro pensamiento, nuestra manera de relacionarnos y mostrar afecto.

o   La renovación litúrgica debe promover la participación y la inclusividad. Cada grupo de edad, cada persona trae su aporte, su estilo, su don, para que cada celebración sea el culto de toda la comunidad.

Lic. Amós López Rubio. Artículo para la Revista “Signos de Vida”, CLAI